Recordamos a Osvaldo Soriano a 24 años de su muerte

Fue uno de esos escritores a los que la literatura lo poseyó. Su voluntad de autor se despertó pasados sus 20 años, cuando -según reconoció- comenzó a empaparse en los relatos de Horacio Quiroga, Edgar Allan Poe y Guy de Mauppassant.

Osvaldo Soriano, apasionado por el fútbol y fanático de San Lorenzo, nació en Mar del Plata en 1943, pero de chico vivió en varias ciudades siguiendo los destinos laborales de su padre.

Forjó su oficio de periodista entre redacciones sin haber pasado por la Universidad. Su instrucción era, más bien escasa, y no había terminado el secundario. Su avidez lectora sin embargo formó a un escritor interesante, un hombre de cultura y un narrador contundente, con gran habilidad para los diálogos y la construcción de personajes.

En Buenos Aires comenzó a confeccionar su primera novela, «Triste, solitario y final» (1973), que vendió más de un millón de ejemplares. En 1976 abandonó el país, acosado por la Dictadura Militar, y deambuló entre México, Bélgica y Francia. En esos años escribió las novelas «No habrá más penas ni olvido» (1978) y «Cuarteles de invierno» (1980). Regresó a la Argentina en el año 1984, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, y se convirtió en uno de los colaboradores estrella de Página 12.

La crítica nunca fue favorable con «El Gordo» -apodo que acompañó a Osvaldo Soriano a lo largo de su vida-. Se lo acusaba de «escribir mal» y era ninguneado habitualmente. A esto lo vivió con gran resentimiento y a menudo respondía que eran personas que «nunca escribían nada más que en sus salidas esporádicas en los suplementos culturales de los diarios».

Soriano siempre aspiró a ser un autor reconocido del calibre de Jorge Luis Borges o Julio Cortázar, pero tal lugar en la historia nunca le fue correspondido. Aún hoy, en las universidades no se utilizan sus obras como materia de estudio, pese a que infinidad de periodistas a menudo lo citan como una de sus máximas referencias y sus novelas se tradujeron a más de 20 idiomas.

Asimismo, varias de sus obras fueron llevadas al cine y al teatro, como «No habrá más penas ni olvido», «Cuarteles de invierno» y «El penalti más largo del mundo», la más reciente.

Falleció el 29 de enero de 1997, pero en sus últimos tiempos de vida alcanzó a publicar una última selección de artículos, cuentos y semblanzas, Piratas, fantasmas y dinosaurios.