El 2025 fue un año de contrastes para el mundo del rock. Mientras los grandes escenarios del planeta se llenaron con giras masivas, festivales inolvidables y regresos que parecían imposibles —como la reunión final de Black Sabbath—, el género también atravesó uno de sus momentos más dolorosos: la despedida de varias de sus figuras más influyentes.

A lo largo de los meses, el rock y el metal perdieron a músicos que no solo dejaron canciones memorables, sino que construyeron identidades culturales completas. Sus muertes generaron homenajes, tributos espontáneos y una profunda reflexión sobre el paso del tiempo y el legado de una música que sigue marcando vidas.

Entre las pérdidas más significativas estuvo la de Ozzy Osbourne, fallecido el 22 de julio a los 76 años. Voz fundacional de Black Sabbath y figura clave en el nacimiento del heavy metal, Ozzy encarnó como pocos el espíritu rebelde del género, tanto en su etapa con la banda como en su extensa carrera solista.

El 16 de octubre se conoció la muerte de Ace Frehley, guitarrista original de Kiss, a los 74 años. Con su estilo inconfundible y su estética espacial, fue una influencia directa en el hard rock de los años 70 y en generaciones de guitarristas que encontraron en él un modelo a seguir.

El año también se llevó a Brian Wilson, cerebro creativo de The Beach Boys, quien falleció el 11 de junio a los 82 años. Su visión revolucionó el pop y el rock, elevando la producción musical a niveles artísticos inéditos y dejando obras que siguen siendo estudiadas y admiradas.

Otras despedidas importantes incluyeron a David Johansen, voz de New York Dolls y pionero del glam rock; Les Binks, recordado baterista de Judas Priest; y Rick Derringer, músico y productor clave del rock estadounidense. También se sumaron pérdidas en distintas generaciones, como la de Sam Rivers, bajista de Limp Bizkit, símbolo del auge del nu metal.

Europa también lloró a referentes fundamentales como Jorge Martínez, líder de Ilegales, y Robe Iniesta, alma creativa de Extremoduro, cuya obra dejó una marca profunda en el rock en español. A fin de año, el fallecimiento de Perry Bamonte, guitarrista de The Cure, cerró un calendario cargado de ausencias.

El 2025 quedará así grabado como un año de despedidas, pero también como un recordatorio del peso cultural y emocional del rock. Porque aunque sus protagonistas ya no estén, sus canciones siguen sonando, renovando su vigencia y manteniendo vivo un legado que se niega a desaparecer.